El tratamiento estético funciono de maravilla por un tiempo.
Algunos zombis patriotas se escaparon de sus celdillas a causa de la pésima vigilancia, por lo que el gobierno tuvo que comprar más fórmula y revivir más héroes, el endeudamiento siguió creciendo.
El tratamiento de belleza fue encantador. Tanto que hasta los descerebrados monstruos de los héroes nacionales habían madurado a tal nivel que pudieron tener recuerdos, al ver lo que eran y en lo que se habían convertido, la gran mayoría tomó conciencia de nuevo y se revelaron en sus cárceles ante el poder gubernamental que los trajo de vuelta.
El gobierno reaccionó automáticamente llevando a sus militares para detener la revuelta zombi, sin embargo se dieron cuenta de algo elemental y básico, no se puede matar a un muerto. Las bajas militares fueron escandalosas y los zombis patriotas se comían los cerebros de sus enemigos para no perder el recuerdo y la conciencia, fue una auténtica cámara del horror.
El monopolio de los medios dijo que todo estaba controlado y que no había ningún problema, dijo que una revuelta zombi era una idea tan descabellada como si existiera santa clos o miqui maus, a pesar de la masacre.
El país ahora tenía un nuevo problema, había zombis caminando en las calles y estaban llenos de rabia y con un hambre atroz por los cerebros de los políticos.
Se quisieron quejar con los vecinos pero estos les dieron por culo recordándoles cuanto les debían y acortaron el plazo de pago por sus meros tompiates
Los medios se contradijeron como siempre lo hacen y dijeron que la revuelta zombi si existía tal como existía santa clos, miqui maus y el osito bimbo, pero que esta revuelta estaba causada por agentes del mal que afectaban la integridad y moral del país, si reconocían a algún personaje patriótico caminando por la calle no hicieran caso y denunciaran su presencia pues son en realidad terroristas con imagen falsa.
El ataque zombi era incontrolable y superior a lo que las fuerzas armadas podían hacer, así que el gobierno mando llamar a sus vecinos del norte para una urgente intervención militar, endeudándose más y más hasta el fundillo.
A los albañiles y demás séquito de personajes jodidos les valió un sorbete el ataque zombi pues no puedes caer más allá del piso, es más, hasta les parecían carismáticos sin saber quien carajos eran esos zombis, nunca en su vida los habían visto antes.
La descomposición de los zombis se fue dando paulatinamente perdiendo toda belleza cosmetológica. Pero no perdieron la conciencia mientras siguieran comiendo cerebros gubernamentales.
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